Las fracturas de amor. Los indicios. Los síntomas. Los lenguajes no precisamente racionales. Un rosal que regaló (o regalaste): víctima de un vulgar trastorno adaptativo. Y qué. Qué importa eso. No riegues la desolación ancestral. No abones el pensamiento mágico. Las fracturas del amor, tan silenciosas, tan levemente humanas, llegarán cuando lleguen. No antes ni después.
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