miércoles, 29 de agosto de 2018

Viajes de desamor

   Supongo que morir es algo parecido a esto. No tan dramático como la gente suele decir o creer. No. El dolor no aprieta. Acaricia, pero no golpea. No hay ahogos ni convulsiones ni espasmos. Se trata más bien de un viaje muy lento. Quieres tal vez evitarlo. O quizá acelerarlo. O acaso modificar levemente el rumbo. En vano. Acabas de descubrir que nada de eso depende ya de ti. Tu cuerpo no te pertenece. Ese desplazamiento continuo, casi imperceptible, te aleja de los vivos, te separa del amor que pensaste inmortal, te lleva hacia otro mundo que aún ni siquiera sospechas.

   Todo parece un movimiento suave y calmo, sin estridencias ni bruscas imposiciones. Sin embargo, has de aceptar que no gobiernas este viaje. Que tu amor se desintegra. Que en realidad simplemente obedeces.

   Debes irte. Sin más.

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