jueves, 15 de mayo de 2014

Y esta claridad


   Cuántas vidas caben
en la vida azul
del agua del mar,
    y en las acrobacias
ágiles, traviesas,
que traza el azar
y aman las libélulas.

    Entre paraplejias,
cuántas vidas caben   
en los pozos de aire
donde vierte el sol
luz con apariencias
de luz, claridad
que desnuda el sueño.
    Cuántas vidas caben
en la vida blanca
de cal y de espuma,
de sal y de esponja,
que pudren los viejos
espasmos del miedo.
    Dime cuántas, dime
cuántas vidas caben
en la vida densa,
honda y tumefacta,
malversada y gris,
    que, de vez en cuando,
a modo de hipótesis
–solo como hipótesis–,
    imagino estar
afanosamente
viviendo,
             viviendo.

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