En su intento de esquivar el acoso de los demás,
el pequeñín tropezó con Claudia y acabó abrazándose con fuerza a sus piernas. Seguramente
buscaba a su madre y encontró a Claudia. Las dos llevaban un abrigo rojo. Seguramente
Claudia buscaba un abrazo y encontró a ese niño que reclamaba protección. Una de
las madres rió. Quizá Claudia llegó incluso a sonreír. Estaba de espaldas. Un
par de minutos después seguía exactamente en el mismo lugar, varada en mar
abierto, y decidí que definitivamente era su dolor y ahora yo solo podía calmar
el mío.
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