lunes, 2 de junio de 2014

El encuentro

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   Se conocían. Creo que se conocían vagamente. Pero ella no era ya profesora, aunque seguía dando clases, ni él era alumno, por más que nunca hubiera dejado de aprender. Ahora se sentían otros. Dos adultos, dos extraños con derecho a entablar conversación a propósito de cualquier menudencia. 
   Eran también dos cuerpos, dos intuiciones. Ella sospechó algo. Él, secretamente, pensó que no podía ser. ¿Estaría también ella percibiendo esa atracción? Nunca antes había vivido el sexo de este modo: no como una evidencia física, corporal, sino como una sutil intuición, como una indescifrable posibilidad.
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