viernes, 17 de julio de 2015

Síntomas

   Algo le habían contado, pero no hizo mucho caso. Cuentan tantas estupideces. El caso es que un buen día, en una fiesta de graduación de la Facultad, los encontró cuando se disponían a entrar en el Salón de Actos. 
   - ¿Qué tal estáis? -preguntó mientras intentaba hacerse a un lado para no molestar.
   Él no tuvo oportunidad de responder. Solo pudo bosquejar algo que parecía una sonrisa. Un conato de sonrisa, más bien. Ella se adelantó:
   - La convivencia, bien -dijo-, pero creo que ya no nos deseamos como antes.

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